viernes, 17 de febrero de 2012

Y ME BAILO UN TWIST CON TU HERMANA.

     - ¡EUROPA ESTÁ EN CRISIS!. Apago la televisión.
     - ¡LA CRISIS QUE AZOTA EUROPA...!. Apago la radio.
     - EUROPA NO LEVANTA CABEZA. Tiro el periódico por ahí y se deshoja.
     Un momento, algo no me cuadra. Salgo de casa y entro en el ascensor, mi vecina baja con su niña recién nacida, le saco la lengua y me devuelve una sonrisa, (la niña). En la calle un rayo de sol me acaricia en stereo y me templa. Compro pan recién hecho que huele a lo mejor que has olido en tu vida. Un café en la terraza de la plaza sabe a gloria y más si te invita un amigo. Los pájaros que andan por allí dicen pío, pican pan y vuelan. Todo sigue en su sitio, los árboles siguen verdes, los abuelos pasean en zapatillas, los niños corren y se caen y se levantan sin llorar, tu madre llama para que vayas a comer a casa porque ha hecho un puchero caliente que te hace segregar jugos gástricos sólo de pensarlo. El cartero reparte silbando, la mujer limpia los cristales en el segundo, la gente se menea, el dinero fluye del pescadero al librero, de la frutera al vendedor de cupones, de aquí para allá. Dinerito fresco que existe y no sabe de crisis, que no está roto ni le faltan ceros. Y una joven pasa patinando y se gira hasta un cura que a su vez bendice hasta a una pelusa de chopo. Y el chopo crece sano como un roble. Y el roble no tiene envidias ni de chopos ni de historias raras. Entonces ves que tienes dos brazos con sus dos manos y sus diez dedos totales, osea que todo está en orden. Y de salud andas bien, con resfriados de vez en cuando y poco más. Y bailas un twist así en un momentillo y tus piernas se cruzan que da gusto, parecen aspas de molinos. Te montas en el coche y arranca a la primera, y es porque un motor alemán nunca se rinde, así que pones la radio y...EUROPA ESTÁ EN CRISIS.
     Y si lo está pobrecilla, y si lo está es porque lo dice un político, y porque te lo recuerda un periodista amargado y porque así se aprovechan de ti. Así que cambio de emisora, pongo una canción que patina por mi oreja y me invita a bailar, pero dos twist en la misma mañana me pueden desenroscar una rodilla. Estoy un poco inquieto con la noticia de Europa, tal vez sea cierto, así que voy a un huerto y desentierro una patata. Está sana, algo no me cuadra, cojo un tomate y es jugoso y tierno, es un pastel borracho en toda regla, ¿entonces?. Comienzo a comprender que el mensaje subliminal que lanzan, que ese apocalipsis radiado, esa desgracia que se cierne sobre el viejo continente sólo afecta a los humanos infelices, a los tibios. Y respiro aliviado porque por un momento pensé que yo podía ser culpable de algo, pero ni la señora que limpia los cristales, ni la chica que patina, ni el cura que se gira, ni la niña que sonríe, ni los chopos con pelusas, ni tú ni yo estamos infectados.
     Y me bailo un twist, me bailo un twist con tu hermana.


texto JACOBO SÁNCHEZ
      febrero 2012.

sábado, 4 de febrero de 2012

EL ÚLTIMO VISTAZO

     
    La chica era delgada y su pelo tan negro que teñía la almohada. Le gustaban los vestidos  de color gris y el otoño le hacía sentirse especial. En aquel piso viejo había pasado tantos que despedirse de él era triste como enterrar a un perro, así que volvía todas las tardes hasta que su cerebro fuera asimilando que ya no se refugiaría allí más. Sin peluches, sin posters, con esa persiana pesada  que nunca bajaba del todo y las tablillas del suelo arañadas por los tres gatos que tuvo, agujereadas por los cien pares de zapatos de tacón que tuvo. Tablillas arqueadas. Ya no había luz ni agua y su habitación parecía más grande sin aquella cama quieta de la esquina, que aunque ya no estaba allí seguía oliendo a suavizante.


      La chica encendió un cigarrillo y paseó por el baño, por la cocina donde no volvería a comer con prisas. Pasta, arroz, maíz, atún, tomate, queso, aceite y mil maneras de mezclar todo cada día lo dejaba allí junto a la lavadora y la mesa vieja de patas metálicas. La mesa coja, qué placer deshacerse de ella. ¿Y el viejo entrañable del segundo?  También quedaría allí enlatado como el atún, sin volver a formar parte de su vida. Abrió la ventana que daba al patio y le vio como siempre con su camiseta de tirantes y su pelusa blanca en el pecho, era otoño y llovía sin mucho frío. Un buen día gris.
     Se deshizo del cigarrillo, tapó el sofá con una sábana vieja y echó la llave para no volver.
    Por el sur, una chica bajita, con el pelo muy rubio y cargada de ilusiones estaba en camino y venía dispuesta a acuchillar el suelo y pintarlo todo de azul, mientras fuera llovía con ganas de mojarlo todo.

texto Jacobo Sánchez.