jueves, 19 de septiembre de 2013

TEMPRANO

     ¿Quién me dará hoy una buena noticia, quién será el primero en sonreírme, quién pedirá perdón sin razón para que todo esté en calma...?
     Era una mañana más, un portazo y la calle estaba donde siempre, mojada. Por la mañana la calle siempre está mojada, ¿quién las empapa de madrugada?. Subes los cuellos del abrigo y apartas el aire frío, el aire moviéndose suavemente que es lo que llaman brisa. Pero, ¿quién me cederá el paso hoy, quién me servirá un café con buena cara, quién silbará una buena canción en la parada del autobús...?
     Todo el mundo es extraño, con caras feas hasta que te acostumbras a verlas. Ya no distingo lo que es feo de una rosa, sólo sé de gestos. Entonces, ¿quién subirá el volumen de la radio cuando suene un reggae alegre? Y van y se mueven tus pies, ey, ey, ey, tus pies...EY!
     Llevas fruta en el bolso para matar el mediodía, algo que no cueste pelar y que no gotee. Puedes fumar también un cigarrillo y tu colonia se mezclará con el humo y todavía encontrarás gente que le gusta esa mezcla, no te preocupes. Suena otra vez ese reggae y se mueven tus pies, ey. Buscas el sol, buscas sacudirte el frío, buscas un espejo porque sospechas que se te está rizando el pelo con la humedad y no te hace ni puta gracia. Necesitas más reggae entonces, necesitas escuchar alguna frase  que te deje en paz por dentro. ¿Quién te dirá lo que quieres escuchar? ¿quién sabrá alegrarte el día? Y no vale un niño saltando en un charco desquiciando a su madre. Los mayores siempre cortando las ilusiones de los niños, menos mal que siempre tienen ideas de reserva. Puedes aprender esa lección, son rosas por dentro.
     Recuerda que la gente es hostil, que el que no es feliz hace lo posible para que tú tampoco lo seas, así que ponte en guardia y cuando lleguen los amargados con sus historias de siempre súbete los cuellos. ¿Quién te dará hoy una buena noticia, quién será el primero en sonreírte, quién pedirá perdón sin razón para que todo esté en calma...?
     Y ahora que la mañana es tuya y nadie te la va a torcer, ahora que mueves tus pies con un reggae alegre y que el niño que salta en el charco te saca la lengua y le guiñas el ojo, ahora que el que manda eres tú puedes ir pensando en lo que vas a hacer por la tarde. Probablemente ya haya salido el sol.

texto JACOBO SÁNCHEZ
Septiembre 2013.
                                                                                                

viernes, 12 de julio de 2013

NO_SE_QUÉ OF THE WEST

     El taller era pequeño, con baldosas blancas tatuadas de grasa seca. Y había montones de neumáticos apilados, de coche, de camioneta, de moto, todos desgastados al filo de mostrar el alambre, todos apurados temerosamente. Y también colgaban herramientas amortizadas en un tablero viejo acribillado de puntas. Y para terminar también había un foso en el medio donde Félix pasaba los días metido mirando la panza a los trastos viejos que arreglaba, haciendo cosquillas allí abajo con una lámpara portátil. Siempre debajo de trastos viejos, con las uñas llenas de grasa y un dolor en el cuello que ya había aceptado. Entrenando allí abajo para cuando llegasen sus días bajo tierra como un gusano. Él estaba abajo y los demás arriba, él con el agua al cuello y los demás por los tobillos. Los días pasaban así, como réplicas, mañana ocurriría lo mismo que ayer y eso es una realidad que marchita cerebros. Extrañaba un poco de sol pero a la vez le había cogido miedo ya, el síndrome del foso le aspiraba demasiado así que mejor permanecer ahí abajo. 
     Su ilusión era una maravilla granate de los años sesenta que él mismo llevaba años restaurando y puliendo, poniendo a punto. Con unos faros redondos y un radiador cromado dispuesto de tal manera que parecía que aquel capó gruñía al verlo de frente. Vibraba un poco al arrancarlo y el salpicadero era simple pero lleno de intenciones, aquello indicaba en millas por hora y cuando le presionabas el acelerador ya te podías ir tapando los oídos. Allí había baldosas blancas tatuadas de grasa seca y aquello era sólo una ilusión tapada con una manta gris, la realidad seguía siendo un foso.

                                                 

     Por las tardes ponía la radio y sonaba con un eco fantástico. Había un programa que emitían música sin parar, encadenaban canciones y entonces Félix cogía el ritmo y reparaba la ostia de trastos viejos, le gustaban las canciones sin letra. La verdad es que era un poco clásico y no sabía de estilos ni de nuevas tendencias, no sabía de nada que no fueran panzas de furgonetas.

                                                           ***

     Una tarde ya de otoño, con los días en retroceso, escuchaba una canción lenta que parecía del oeste. ¡Qué demonios!, era del oeste. Una guitarra de fondo, unos acordes sencillos sin más y luego una melodía muy armónica con un banjo sonaba cuando desde su foso vio entrar un par de piernas. En ese momento un silbido suave empezaba a adornar la canción y envolvía todo aquello, se paseaba ese aire agudo entre los neumáticos famélicos, tonteaba con las herramientas del tablero, y sí, las piernas eran de una mujer y entraban en su garaje. Los pies viajaban dentro de unos finos zapatos de tacón alto y cada paso era una pequeña picada en el suelo que el banjo no podía tapar. Los tobillos eran lo más fino que una mente pudiera imaginar a esas horas y de ahí emergía una pantorrilla que es lo que debería ser la definición de pantorrilla, qué había ocurrido para llegar a tener esa forma era fruto de la genética, de caminar por la playa descalza o de huir de puntillas a media noche. También pudiera ser de entrar de puntillas a por algo...
Todo eso iba envuelto en unas medias negras, no podía ser de otra forma.
La canción parecía haber terminado justo cuando las piernas de la chica pusieron fin a la entrada gloriosa en el garaje de Félix, acurrucado éste en su foso mirando el espectáculo y lamentándose por no alcanzar su vista hasta las rodillas, pero no, no había terminado, poco a poco el banjo fue entrando lento, muy lento con una melodía pegadiza y pronto una voz grave puso letra al ritmo alegre. Las pantorrillas giraron sobre sí mismas, todo el taller giró sobre sí mismo a la par y de repente entraron más instrumentos en escena. Fuera el novio de la chica esperaba con un trasto viejo arrancado y la ventanilla bajada. 

- ¿La ves?, ¿la ves ya? -le gritaba desde dentro del auto a la chica.
- Sí, la veo... azul como me dijiste.
- Azul como el puto cielo, nena, ¡venga cógela, date prisa antes de que venga el pringao!
     La chica agarró la caja de herramientas y salió de allí zumbando, la canción estaba en pleno apogeo y decía algo de no_se_qué of the west, laralá, laralá mientras ella, su novio y todas las herramientas circulaban ya por las avenidas empapadas de otoño. 
El chico llevaba gomina en el pelo como para pegar a un perro al techo. 

texto JACOBO SÁNCHEZ
JULIO 2013 (escuchando a Franco Micalizzi)


     

martes, 4 de junio de 2013

LA NOCHE ERA UNA SOPA SOSA.

     De las mañanas frías habían salido grandes poemas, de las noches silenciosas poca historia. Ya no estaba de moda escribir entre búhos y filtrar whisky a media noche, por ahí ya no había ideas, ni siquiera escuchando conciertos para piano surgía algo. Hasta el tipo de la guadaña dormía en sus sábanas negras de raso a esas horas.

     Era mejor buscar alimento para los folios en las paradas del autobús, con todas esas miradas sin fondo y cabellos mojados, entre ropas limpias y bostezos callados. El sonido de un molinillo de café en un bar tenía más rima que un verso nocturno, unos dedos emanando de las sandalias de una chica eran pistas si sabías descifrarlas, unas gafas de sol escondían una rima asonante que podía ser tuya. 

     Tantas noches sin dormir destilando el cerebro para dar con el verso perfecto y allí no había nada. Mira, dicen que las noches son para reparar el día, son horas muertas estériles con sus minutos baldíos, con sus segundos en barbecho. Mejor será apagar esa bombilla y ahorrar un poco, no engordes una factura de la luz si no vas a sacar un verso digno. Puedes seguir intentándolo, reciclar el papel y todo eso, escribir por la otra cara en todo caso, pero si nadie viene a dictarte dobla la almohada y déjate llevar. Puedes taparte hasta las orejas si eso te da más seguridad.
     Las cosas ocurren siempre por la mañana, ya deberías haberte dado cuenta. Los terremotos, los volcanes, los accidentes, las explosiones, las dimisiones, todo está programado así que no sigas intentándolo, tus versos no tendrán luz. ¿A quién le importa lo que haya salido de tu cabeza anoche?. Ríndete, los tiempos han cambiado y la noche no es más que una sopa sosa, una sopa sosa amigo...



<<La noche era una sopa sosa
dime tú si se puede aderezar...
La noche y su santa tontería
dame una idea al menos
dame algo que me pueda compensar...
Tic tac, tic tac, tic tic tic tak
¡Si al menos tuviera una cuchara!...>>



texto  JACOBO SÁNCHEZ
JUNIO 2013 (a eso de la media noche...)

domingo, 10 de marzo de 2013

SAINETE DE LA FRUTERÍA

     Era porque tenía el pelo largo y se me empezaba a rizar por el cuello o porque no me había afeitado desde que la chica de la frutería me dijo que me quedaba bien.
     - Estás guapo, pareces una estrella de rock... aunque bueno, también pareces un fontanero. No es que seas muy interesante pero esa barba te da un aire yo diría que diferente. A veces una barba da sensación de dejadez, sobre todo si es canosa, ughhh, esas no me gustan nada. O las que tapan los labios... pero si no hay nada más bonito en la cara que los labios, ni ojos ni narices, unos labios rosas bien perfilados son manzanas golden de un puto verde cegador. Pero desde luego sea como sea una barba siempre es mejor que un recién afeitado. Escucha y no toques esas fresas... mi madre decía, mi madre que en paz descanse, mujer poco cultivada pero de grandes dichos, que un hombre que pierde los primeros veinte minutos del día en quitarse pelo de la cara es que no tiene oficio que hacer. Yo pienso igual, con todo lo que tengo que hacer salto de la cama y ya estoy agobiada, si no me cunde nada la mañana, si no he terminado una cosa y ya tengo quince esperando, ¿digo quince?, ¡quince millones!. Si yo me como la fruta sin pelar porque no me puedo permitir perder seis segundos, si saco a pasear al perro tan rápido que se desorienta a veces. Pero bueno, eso son cosas mías, tú no te afeites que pareces un  topógrafo... ¿Quieres llevarte algo rico de verdad? Tengo una sandía más redonda que el ojo de un pez, geométricamente perfecta. Si la echas a rodar te quedas sin ella, no se para nunca, lo mismo hasta te vuelve por detrás no te digo más. Otra cosa te voy a decir, el pelo largo está bien pero cuando ya se te riza por el cuello es un tema muy delicado, mira, mi madre que era un poco tosca y tenía de todo menos tacto, mi madre que en su gloria Dios la tenga, decía que si se te riza el pelo es porque tienes la mente enrevesada o las arterias cortas, ¿tú eres de arteria corta?. Bueno, es igual. Ufff, me duele hoy la cabeza que me dan ganas de soltarme un ojo y vaciarme el cráneo con una cucharilla a ver si así descanso. Y todas estas cosas se heredan, que mi padre se encerraba en su cuarto cuando cambiaba el tiempo porque se le contraían las sienes decía. O como mi abuela, que tenía las orejas en punta, mi madre más, yo mira y mi hija si la ves parece una loba. Cuando tenga una nieta intentaré modificar el asunto genéticamente y punto y final. Bueno, ¿qué te pongo?.
     - ¿Es a mí?... pimiento quiero yo...
     - ¿Rojo o verde?
     - Mmmm, verde...
     - ¿Cuántos?
     - Uno.
     - ¿Algo más?
     - No, yo sólo quería eso.
     - Adiós chico, que tengas muy buena mañana y no te afeites que pareces un interventor del Transiberiano. ¿De veras que no quieres una sandía? Parece un rodamiento de acero de redondita que ha salido.
     No sé si era por los rizos del cuello, por el bigote poblado o por las patillas salvajes, pero empecé a encontrarme mal cuando me puse en la cola de la pescadería.



                                              
                                       

   Texto JACOBO SÁNCHEZ
Marzo de 2013, hacia las 5 de la madrugada.

lunes, 4 de febrero de 2013

LA CULPA FUE DE LOU

     Las nubes se estaban extendiendo por lo alto de mi cabeza, lentas, muy lentas. Ganaban confianza allí y entonces engordaban como pavos y cambiaban su aspecto algodonoso por amenazas grises, nada serio para mi paraguas de ocho varillas. La verdad es que a mi todo eso me gustaba, siempre aceptaba lo que ocurría en el cielo del mismo modo que una nube tendría que aceptar que era lunes para mi y no pensaba salir de mi agujero. Se me iba la luz por las rendijas de la persiana, tampoco podía hacer nada por impedir aquello, extraña cosa la luz como tantas otras.
      El caso es que no tenía vino ni cigarrillos, sólo limones, muchísimos limones que había cogido días atrás, y bueno...también tenía algunas latas de conserva que guardaba por si estallaba algo por el mundo. Tenía que salir, comprar algo, pero Lou Reed me estaba sujetando por los tobillos, como lo habían hecho tantas tardes otros tipos con guitarras, y como un periódico empapado me sentía pesado y desmenuzado. ¿Por qué no dejarlo todo estar? ¿Por qué no? Al fin y al cabo era lunes y no tardaría mucho en llover. 

texto JACOBO SÁNCHEZ
FEBRERO 2013