miércoles, 12 de octubre de 2011

EL SILENCIO DE LA NOCHE ES MIEL QUE HAY QUE CALENTAR...

     Ya de pequeño me llamaba la atención, no comprendía porqué a temporadas la veía y en otras ocasiones no era capaz de divisarla. Siempre estuvo allí, pero en la ciudad grande donde yo vivía era difícil ver sus puntos brillantes. 
     Más adelante, de chaval, investigué y descubrí que no sólo eran estrellas sueltas, sino que formaban una constelación, la constelación de Orión que reconocía siempre por su cinturón característico. Comprendí entonces porqué a temporadas no podía contemplarla, y es que se escondía en los meses de verano en el hemisferio sur. Así, a últimas hora de las noches del mes de Agosto, ya empezaba a visitarme, y cada vez venía más pronto y más pronto, tanto que ya no tenía que levantarme de madrugada para contarle mis secretos. A veces estaba allí antes de irme a la cama, y en ocasiones se centraba tanto en el cielo que podía dormir con la persiana subida mientras se mantenía perfectamente encuadrada en mi ventana. Esas eran las noches de Octubre, mi mes. Octubre y su primera semana son canela fina, azafrán de primera, besugo a la plancha. Si no te has dado cuenta aún, la primera semana de Octubre es plácida, es limpia, el aire espera quieto antes de que el otoño lo agite y le parta la cara desestabilizándolo todo. La luna se vuelve grande, una galleta con cráteres del tamaño de una mesa para doce personas. El silencio de la noche es miel que hay que calentar...Sonríen las abejas sin boca, pero lo hacen por dentro, así que alegría en el panal...
     Octubre sí, salgo a contarle mis cosas a Rigel, a Betelgeuse o mi amiga Alnilam. Lo saben todo desde que yo era pequeño. Saben que cada noche de Octubre yo les guiño un ojo, ellas parpadean. 
     Hoy, ya de adulto, descubrí que es Sírio el amigo que viaja siempre debajo, el más brillante de todo el firmamento. Él vive en Can Mayor, yo aquí abajo de momento.



texto JACOBO SÁNCHEZ
OCTUBRE 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario