lunes, 23 de julio de 2012

AHORA MISMO, TÚ Y YO.

     La melodía de su vida eran notas de contrabajo y hacía ya años que sabía que las cosas no duraban para siempre. Tal vez por eso compraba los plátanos verdes... Si algo ha de estropearse al menos disfrútalo en sus inicios. 
    La palabra pasado le sonaba a perdedor, a abuelo resignado, a caja de zapatos con metralla. Si alguien le hablaba del pasado su cara era de fastidio y dejaba el café a medias.
     - Pero, ¿a dónde vas?, ¿qué he dicho ahora?
     - Guárdate tus historias, sólo piensas en hojas secas y fotos en sepia. Me voy de aquí...
     - Pero, ¿qué mosca te ha picado?
     Las moscas no pican, el tabasco no pica, solo unas migas en las sábanas pican de verdad.
     Luego estaban los que planificaban todo a largo, los que en el mejor momento ahogaban la magia del instante con la visión del futuro.
     - Cuando acabe la fiesta hay que recoger todo. Verás mañana, cualquiera se levanta para ir a trabajar. ¿Te he dicho que tengo un plan de jubilación? Me compraré una finca como una puta selva de grande y plantaré árboles. Yo no los veré crecer, pero dentro de varias generaciones mis descendientes sabrán que...
     - Corta, corta de una vez. ¿No sabes disfrutar de una fiesta? ¿qué demonios haces hablando del futuro? Hablas en muerto, hablas de cuando ya no te queden ni los dientes. Corta de una maldita vez.
     - Ehh, ¿te has levantado con el pie izquierdo?
     Cada uno se levanta con el pie que pilla, tendrá eso que ver con nada... Hay gente que hasta se baja de la cama con las manos, y hay gente que hasta se forra las manos con trapos para arrastrarse y no caminar. Es la vagancia extrema, se dan casos por Europa.
     Háblale del presente y verás cómo su gesto cambia.
     - Ahora mismo, tú y yo, vamos a coger un kilo de gambas rosas y nos las vamos a comer con una caja de vino blanco, ¿qué te parece?
     - Chico, me gusta tu filosofía. ¿Y luego...?
     - Que le den por el culo al luego, te diré lo que haremos luego cuando llegue el luego.
     - Eso es todo lo que quería oír. 
     La cola de la pescadería era hermosa, chuparían cabezas hasta que el ácido úrico diera síntomas.


texto JACOBO SÁNCHEZ
JULIO 2012

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