domingo, 29 de julio de 2012

LA QUE SE ME VIENE ENCIMA...

     Vienes tú encima de un tacón siempre lenta y callada, dices ser mezcla de varias mezclas, es difícil desgranarte entonces. Saco mi pose de urgencia, la de los momentos críticos, la de los entierros y noticias feas, la que nunca me traspasa. La pongo delante y te reflejas distorsionada sin saber bien por dónde vadearla mientras mis pies se anclan y el viento me manosea el cabello con intención de molestar, pero nunca nada me molestó lo suficiente como para moverme del sitio. O das media vuelta o vamos a chocar y te aseguro que soy más duro que una pezuña y no estoy acolchado. 
     Te acercas rallando el suelo y tus piernas parecen el pie de una copa de vino. Creo que traes un guión aprendido en la espalda y seguramente lo sueltes a escasos metros de mi escudo. No son las primeras palabras que salen rebotadas y atacan, ni el primer paquete de intenciones que muere en la orilla. Ya casi estás encima y tenso hasta las pestañas para recibir lo que venga. Soy bueno toreando sentimientos y despejando razones, soy bueno en muchas cosas que no imaginas, he estudiado mucho a escondidas. Creí que íbamos a chocar cuando por sorpresa te detuviste a la distancia recomendada para hablar.
     - ¿Me dejas pasar? Voy a la parte de atrás de lo que no está aún escrito.
     - Pasa, pero no te apoyes mucho en las paredes sin versos, aún están frescas...
     No imaginaba que esquivarías mi pose con tanta elegancia, la verdad es que pensé que habría guerra fría pero sin duda eres buena circunvalando obstáculos. No me quiero dar la vuelta por lo de convertirme en sal, pero escucho tu voz caminando por la izquierda.
     - ¿Vendrás a cenar?
     Recogí todo lo que había puesto delante de mí en un instante mientras ya sabías la respuesta.
     - Claro...
     

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