Se había vuelto a cortar los nudillos metiendo la mano en el buzón del vecino, le gustaba la revista de pesca de aquel hombre sosegado. Esas truchas arco iris y los siluros de la contraportada no los podía dejar ahí, no podía dejarlos pasar. Le llamaban... ¡ven aquí!
Cuando desistió se subió el cuello del abrigo y salió a la calle. Lo primero que vio fue un tipo con la cara tirando a granate, bajo, sin gesto. No reflejaba nada, no era nadie. Granate, no despertaría ni a un gato con una trompeta, pero tenía un abrigo negro igual que el suyo y eso le hizo plantearse varias cosas, entre ellas una muy gorda.
El tipo aquel pasó delante de él girando mínimamente la cabeza y susurrándole algo extraño que pudo leer en sus labios.
- Te crees mejor que yo, lo sé - fue lo que dijo.
Y el hombre que hurgaba en los buzones no supo qué responder a eso y se dio la vuelta para verle marchar. El viento le azotó en la cara con la mano extendida y le despeinó un poco, casi nada. Decidió entonces seguir a aquel tipo. Bajó por la avenida sin perderle de vista, entró en el mercado y esperó a que comprase un filete rosa. Lo llevaba envuelto en un papel cuando cruzó el parque y saludó a una señora color hueso. Entonces dejó al extraño del abrigo y siguió a la señora. Vio como echaba migas de pan duro a las palomas y esperó a que se fumara un cigarrillo muy largo, del tamaño de un tren de bobinas de acero. Luego se empezó a aburrir y decidió volver a casa, ¿dónde mejor que ahí? Entró en el portal, metió la mano en el buzón del vecino y se cortó los nudillos. Qué puta manía...
Jacobo Sánchez
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Publicado Año 2010
Extracto de Filtes de Hígado
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